Leer, escribir, te van trayendo poco a poco de vuelta a la prisión de la que pretendías fugarte
Con frecuencia, comenzamos una novela para huir de algo a lo que esa lectura nos devuelve. ¿Son los libros que nos obligan a retroceder hasta el lugar del crimen los mejores? Tal vez sí. Lo cierto es que del mismo modo ciego con el que tú los buscas, te reclaman ellos a ti. Un día te detienes en una de esas librerías de viejo que sacan algunas cajas a la acera. Revisas los lomos de los volúmenes y tropiezas con uno que desmanteló tu juventud. Lo liberas del conjunto, relees la primera página y, sin saberlo, acabas de comenzar el regreso. Cuando te acercas a pagarlo (cuesta solo dos euros) te dicen que puedes llevarte otro abonando tres euros por los dos. Pero rechazas la oferta porque para suicidarse basta una bala…
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